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Questões de Concursos Instituto Rio Branco

Resolva questões de Instituto Rio Branco comentadas com gabarito, online ou em PDF, revisando rapidamente e fixando o conteúdo de forma prática.


1801Q1011085 | História, Guerra Fria e seus desdobramentos, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

A respeito de processos históricos que se estabeleceram na segunda metade do século XX, julgue o item subsequente.

A queda de seus satélites europeus a partir do final dos anos 1980 e a difícil aceitação por Moscou da reunificação alemã contribuíram para incrementar o colapso da então União Soviética como superpotência internacional.

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1802Q1011090 | Geografia, Migrações, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

No que se refere aos movimentos migratórios nacionais e internacionais e à formação e à estrutura dos blocos econômicos internacionais, julgue item subsequente.

No contexto dos movimentos migratórios internacionais, os refugiados climáticos são formalmente reconhecidos pela Organização das Nações Unidas e gozam de direito à proteção legal garantida pelos tratados internacionais em vigor.

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1803Q1012403 | História, Guerra Fria e seus desdobramentos, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

A respeito de processos históricos que se estabeleceram na segunda metade do século XX, julgue o item subsequente.

Entre as peculiaridades da Guerra Fria está a convivência, observada nas relações entre as duas grandes superpotências, de uma retórica conciliatória e a recusa de ambas as partes em aceitar a distribuição global de forças ao cabo da Segunda Guerra Mundial.

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1804Q1011132 | Inglês, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Texto associado.
Equipped with spiritual armor against the threats and blows of a new, strange life, literate man marches forth to win victories in war and statecraft, art and science, religion and business. But in achieving these triumphs each civilization brings into being, willy-nilly, a larger and more complex community, increasingly divided against itself by internal cleavages of needs and creeds and fraught with growing contradictions in all spheres of life between theory and practice, faith and works, ideals and realities. The new unity of sentiment and purpose which gloriously characterizes the coming of the great age proves to be short-lived.

The uneasy balance of instinct, egotism, and ethics, woefully lost with the initial transition from preliteracy to civilization and transiently regained in new devotions to tribal gods, human or divine, is again lost as the orbit of civilization moves from tribe and kingdom and nation to the complex and confusing imperium of the great society and the World State. The acids of rationalism and skepticism dissolve old loyalties. The injunctions of morality, even when reinforced by the vision of the monotheistic higher religions, conflict with reason and self-interest. Man is divided against himself. And therefore men become divided against themselves in new cleavages of rich and poor, in-group and out-group, faithful and infidel, orthodox and heterodox, my side and your side.

Frederick L. Schuman. International politics: the destiny of the
Western State System. New York: McGraw-Hill Book Company, 1948.

According to the preceding text, judge the following item.

One of the assumptions underlying the text is that there is a fundamental difference between two kinds of human groups: the literate and civilized, on one hand, and the illiterate and uncivilized, on the other.

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1805Q1012414 | História, Período EntreGuerras Totalitarismos, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

No que se refere a aspectos dos regimes fascistas e dos regimes autoritários, julgue o item subsequente.


O nacional-socialismo foi amplamente aceito na Alemanha, sobretudo pelas velhas elites e estruturas institucionais imperiais, que foram fundamentais para a ascensão de Hitler ao poder.

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1806Q1011163 | Relações Internacionais, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

O Tribunal Penal Internacional (TPI) foi criado na Conferência de Roma, de 1998, e entrou em vigor em 2002 após a ratificação por sessenta Estados. Sua missão é julgar pessoas acusadas de genocídio, crimes contra a humanidade, crimes de agressão e crimes de guerra, sejam elas autoridades civis ou militares. À luz do disposto no Estatuto que criou o TPI, julgue o item subsequente.

Em anos recentes, o TPI emitiu mandados de prisão contra líderes mundiais acusados de crimes de guerra ou de crimes contra a humanidade, o que significa que eles poderão ser presos caso viajem para um dos 122 Estados-partes do Estatuto de Roma.

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1807Q1011177 | Economia, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Texto associado.
A dívida externa de um país é um indicador importante que expressa as relações econômicas dele com credores estrangeiros. O Fundo Monetário Internacional (FMI), em seu papel de monitorar a liquidez e a solvência externa do sistema financeiro global e zelar por sua estabilidade, utiliza alguns indicadores para avaliar uma possível necessidade de fornecer assistência financeira ou mesmo de recomendar políticas.

Em relação aos indicadores de liquidez e de solvência externa, julgue o item que se segue.

Quanto mais baixa a proporção na relação entre dívida externa e exportações, maior a vulnerabilidade do país, pois a flutuação na receita de exportação indica dificuldades em cumprir as obrigações da dívida pública.
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1808Q1020138 | Espanhol, Interpretação de Texto Comprensión de Lectura, Espanhol e Francês, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE

Texto associado.

Texto I

Alcobaça

Llegué desde Lisboa a la estación de Valado, ya de noche, y de Valado a Alcobaça me llevó un desvencijado cochecillo. Distraje el frío y la soledad imaginándome lo que sería aquel camino envuelto entonces en tinieblas: ¿por dónde vamos?

Y fue en un hermoso amanecer de fines de noviembre, en verdadero veranillo de San Martín, cuando salí a ver el histórico monasterio de Alcobaça, cenobio de bernardos en un tiempo.

Doraba el arrebol del alba las colinas, yendo yo derecho al monasterio, la fachada de cuya iglesia atraía mi anhelo. Esta fachada, severa, pero poco significativa, se abre a una gran plaza tendida a toda luz y todo aire. Al entrar en el templo, me envolvió una impresión de solemne soledad y desnudez. La nave, muy noble, flanqueada por sus dos filas de columnas desnudas y blancas; todo ello algo escueto y algo robusto. Allá, en el fondo, un retablo deplorable, con una gran bola azul estrellada y de la que irradian rayos dorados. Las naves laterales semejan desfiladeros. Y me encontraba solo, y rodeado de majestad, como bajo el manto de la Historia.

Vagando fui a dar a la sala de los Reyes. Los de Portugal figuran en estatuas, a lo largo de sus paredes. En el centro, un papa y un obispo coronan a Alfonso Henriques, el fundador de la Monarquía, arrodillado entre ellos. Hay en la sala un gran calderón, que el inevitable guardián-cicerone, que acudió al oír resonar en la soledad pasos, me dijo haber sido tomado a los castellanos en Aljubarrota. Me asomé a su brocal; estaba vacío.

De esta sala pasé al claustro de Don Dionís, hoy en restauración. Hermoso recinto, nobilísimo y melancólico. El agua de la fuente canta la soledad de la Historia entre las piedras mudas de recuerdos, y un pájaro cruza el pedazo de cielo limpio, de caída de otoño, cantando ¿quién sabe a qué? Las piedras se miran en la triste verdura del recinto.

Y luego pasé a ver el otro claustro, más vivido, más casero, el llamado del Cardenal, donde hoy hay un cuartel de artillería. Todo el antiguo convento de monjes bernardos me lo enseñó un sencillo campesino con uniforme de soldado de artillería. El pobre mozo sólo veía allí el cuartel, sin saber nada de monjes. «Aquí hacemos el ejercicio, aquí es el picadero, aquí…», etc. En la puerta de lo que fue antaño biblioteca, decía aquello de los proverbios:viam sapientiae mostrabo, «te enseñaré el camino de la sabiduría». Y me la enseñó un recluta portugués, pero estaba vacía, y no era camino, sino sala. Quería luego enseñarme, ¡claro es!, las piezas, los cañones.

Me volví a la iglesia, ahora con el guardián. Mostrome el altar en que se representa la muerte de San Bernardo, escena algo teatral, que parece de un gran nacimiento de cartón, de esos de Navidad, pero no sin su efecto. Un fraile pétreo llora eternamente, llevándose el blanco manto a los ojos, no sé si la muerte de su santo padre San Bernardo o la trágica historia de Inés de Castro. Porque enfrente de este altar cierra una pobrísima verja de madera la capilla en que descansan por fin los restos de la infortunada amante de Don Pedro I.

Me llevó el guardián ante los túmulos de Don Pedro, de Inés y de sus hijos, y le pedí que se fuera dejándome solo. En mi vida olvidaré esta visita. En aquella severísima sala, entre la grave nobleza de la blanca piedra desnuda, a la luz apagada y difusa de una mañana de otoño, las brumas de la leyenda embozáronme el corazón. Una paz henchida de soledades parece acostarse en aquel eterno descansadero. Allí reposan para siempre los dos amantes, juguetes que fueron del hado trágico. Como aves agoreras veníanme a la memoria los alados versos de Camões al contemplar el túmulo de la

mísera e mesquinha

que depois de ser morta foi rainha.

Porque el puro Amor

que os corações humanos tanto abriga.

Os Lusíadas, canto III, 118-119.


quiere, áspero y tirano, bañar sus aras en sangre humana.

Descansan en dos pétreos túmulos Pedro el duro, el cruel, el justiciero, el loco tal vez, y la linda Inés, y descansan de tal modo que si se incorporaran daríanse las caras y podrían otra vez más beberse uno al otro el amor en los ojos.

Seis alados angelillos guardan y sostienen la yacente estatua de Inés, y otros seis, la de Don Pedro; a los pies de ella duerme uno de los tres perrillos que hubo allí en otro tiempo, y a los pies de él, un gran lebrel, símbolo de la fidelidad. La tumba de él sostiénenla leones; la de ella, leones también, pero con cabezas de monjes. En las tablas del sepulcro de Inés, la pasionaria, esclava del amor, escenas de la Pasión de Cristo, del que perdonaba a la que mucho pecó por haber amado mucho; en la tabla cabecera, la Crucifixión, y en la de los pies el Juicio Final, en cuyo cielo hay una mujer. Las tablas del sepulcro de Don Pedro nos enseñan el martirio de San Bartolomé. Él, Don Pedro, con cara plácida con cabello y barbas a la asiria, sostiene su dura espada sobre su pecho.

Y pesa allí el aire de tragedia.

Allí está lo que queda de aquel Don Pedro I de Portugal, un loco con intervalos lúcidos de justicia y economía, como de él dijo Herculano; aquel hombre, para quien fue una manía apasionada la justicia, y que hacía de verdugo por su mano. Él, el adúltero, odiaba con odio singular a los adúlteros. ¿Sería el remordimiento? Allí descansa de sus justicias, de sus nemródicas cacerías; allí descansa, sobre todo, de sus amores. Allí descansa el tirano plebeyo, a quien adoró su pueblo.

Cuando volvía en barcos de Almada a Lisboa, la plebe lisbonense salía a recibirle con danzas y trebejos. Desembarcaba e iba al frente de la turba, danzando al son de trompetas, como un rey David. Tales locuras apasionábanle tanto como su cargo de juez. Ciertas noches, en el palacio, perseguíale el insomnio; levantábase, llamaba a los trompeteros, mandaba encender antorchas, y helo por las calles, danzando y atronando todo con los berridos de las trompetas. Las gentes, que dormían, salían con espanto a las ventanas a ver lo que era. Era el rey. ¡Muy bien, muy bien! ¡Qué placer verle tan alegre!

Oliveira Martins. História de Portugal. libro II, capítulo III.


¿No recordáis la historia trágica de sus amores con Inés, que Camões, más que otro poeta, ha eternizado? Allá hacia 1340 fue la linda Inés de Castro, la gallega, a Portugal como dama de la infanta Constanza, la mujer de Pedro, el hijo de Alfonso VI. Y fue la «mujer fatal», que diría Camilo. El hado trágico les hizo enamorarse; aquel amorch’a null amato amar perdona, como dijo el poeta de La Divina Comedia. Tuvieron frutos de los trágicos amores; intrigas de Corte y de plebe hicieron que el rey Alfonso mandara matar a su nuera, pues viudo de Constanza, Pedro casó luego en secreto con Inés, que fue apuñalada en Coimbra.

As filhas do Mondego a morte escura

longo tempo chorando memoraram,

e, por memória eterna, em fonte pura

as lágrimas choradas transformaram,

o nome lhe puseram, que inda dura

dos amores de Inês, que ali passaram.

Vede que fresca fonte rega as flores,

que lágrimas são a água e o nome Amores.

Os Lusíadas, canto III, 135


Y cuando luego fue rey Pedro, cuenta la leyenda que mandó desenterrar a Inés y coronarla reina, y habiéndose apoderado de sus matadores, los torturó bárbaramente, viendo desde su palacio, mientras comía, en Santarém, cómo los quemaban. Y esto podéis leerlo en el viejo y encantador cronista Fernán Lopes, que nos lo cuenta todo homéricamente, con una tan animada sencillez, que es un encanto.

Nos lo cuenta todo menos lo de la exhumación y coronamiento, que parece ser leyenda tardía, pero muy bella. Y en el fondo, de una altísima verdad trascendente.

Esa pobre Inés, que reinó después de morir… Y ¡de morir por haber amado con amor de fruto, con amor de vida! ¡Qué reino y qué reina!... Reina, sí, reina en el mundo de las trágicas leyendas, consuelo de la tragedia de la vida; reina con Iseo, la de Tristán; reina con Francesca, la de Paolo; reina con Isabel, la de Diego.

Miguel de Unamuno. Por tierras de Portugal y de España.

Según el escrito, el narrador

percibe los alrededores que le llevan hasta el monasterio.

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1809Q1020139 | Espanhol, Interpretação de Texto Comprensión de Lectura, Espanhol e Francês, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE

Texto associado.

Texto I

Alcobaça

Llegué desde Lisboa a la estación de Valado, ya de noche, y de Valado a Alcobaça me llevó un desvencijado cochecillo. Distraje el frío y la soledad imaginándome lo que sería aquel camino envuelto entonces en tinieblas: ¿por dónde vamos?

Y fue en un hermoso amanecer de fines de noviembre, en verdadero veranillo de San Martín, cuando salí a ver el histórico monasterio de Alcobaça, cenobio de bernardos en un tiempo.

Doraba el arrebol del alba las colinas, yendo yo derecho al monasterio, la fachada de cuya iglesia atraía mi anhelo. Esta fachada, severa, pero poco significativa, se abre a una gran plaza tendida a toda luz y todo aire. Al entrar en el templo, me envolvió una impresión de solemne soledad y desnudez. La nave, muy noble, flanqueada por sus dos filas de columnas desnudas y blancas; todo ello algo escueto y algo robusto. Allá, en el fondo, un retablo deplorable, con una gran bola azul estrellada y de la que irradian rayos dorados. Las naves laterales semejan desfiladeros. Y me encontraba solo, y rodeado de majestad, como bajo el manto de la Historia.

Vagando fui a dar a la sala de los Reyes. Los de Portugal figuran en estatuas, a lo largo de sus paredes. En el centro, un papa y un obispo coronan a Alfonso Henriques, el fundador de la Monarquía, arrodillado entre ellos. Hay en la sala un gran calderón, que el inevitable guardián-cicerone, que acudió al oír resonar en la soledad pasos, me dijo haber sido tomado a los castellanos en Aljubarrota. Me asomé a su brocal; estaba vacío.

De esta sala pasé al claustro de Don Dionís, hoy en restauración. Hermoso recinto, nobilísimo y melancólico. El agua de la fuente canta la soledad de la Historia entre las piedras mudas de recuerdos, y un pájaro cruza el pedazo de cielo limpio, de caída de otoño, cantando ¿quién sabe a qué? Las piedras se miran en la triste verdura del recinto.

Y luego pasé a ver el otro claustro, más vivido, más casero, el llamado del Cardenal, donde hoy hay un cuartel de artillería. Todo el antiguo convento de monjes bernardos me lo enseñó un sencillo campesino con uniforme de soldado de artillería. El pobre mozo sólo veía allí el cuartel, sin saber nada de monjes. «Aquí hacemos el ejercicio, aquí es el picadero, aquí…», etc. En la puerta de lo que fue antaño biblioteca, decía aquello de los proverbios:viam sapientiae mostrabo, «te enseñaré el camino de la sabiduría». Y me la enseñó un recluta portugués, pero estaba vacía, y no era camino, sino sala. Quería luego enseñarme, ¡claro es!, las piezas, los cañones.

Me volví a la iglesia, ahora con el guardián. Mostrome el altar en que se representa la muerte de San Bernardo, escena algo teatral, que parece de un gran nacimiento de cartón, de esos de Navidad, pero no sin su efecto. Un fraile pétreo llora eternamente, llevándose el blanco manto a los ojos, no sé si la muerte de su santo padre San Bernardo o la trágica historia de Inés de Castro. Porque enfrente de este altar cierra una pobrísima verja de madera la capilla en que descansan por fin los restos de la infortunada amante de Don Pedro I.

Me llevó el guardián ante los túmulos de Don Pedro, de Inés y de sus hijos, y le pedí que se fuera dejándome solo. En mi vida olvidaré esta visita. En aquella severísima sala, entre la grave nobleza de la blanca piedra desnuda, a la luz apagada y difusa de una mañana de otoño, las brumas de la leyenda embozáronme el corazón. Una paz henchida de soledades parece acostarse en aquel eterno descansadero. Allí reposan para siempre los dos amantes, juguetes que fueron del hado trágico. Como aves agoreras veníanme a la memoria los alados versos de Camões al contemplar el túmulo de la

mísera e mesquinha

que depois de ser morta foi rainha.

Porque el puro Amor

que os corações humanos tanto abriga.

Os Lusíadas, canto III, 118-119.


quiere, áspero y tirano, bañar sus aras en sangre humana.

Descansan en dos pétreos túmulos Pedro el duro, el cruel, el justiciero, el loco tal vez, y la linda Inés, y descansan de tal modo que si se incorporaran daríanse las caras y podrían otra vez más beberse uno al otro el amor en los ojos.

Seis alados angelillos guardan y sostienen la yacente estatua de Inés, y otros seis, la de Don Pedro; a los pies de ella duerme uno de los tres perrillos que hubo allí en otro tiempo, y a los pies de él, un gran lebrel, símbolo de la fidelidad. La tumba de él sostiénenla leones; la de ella, leones también, pero con cabezas de monjes. En las tablas del sepulcro de Inés, la pasionaria, esclava del amor, escenas de la Pasión de Cristo, del que perdonaba a la que mucho pecó por haber amado mucho; en la tabla cabecera, la Crucifixión, y en la de los pies el Juicio Final, en cuyo cielo hay una mujer. Las tablas del sepulcro de Don Pedro nos enseñan el martirio de San Bartolomé. Él, Don Pedro, con cara plácida con cabello y barbas a la asiria, sostiene su dura espada sobre su pecho.

Y pesa allí el aire de tragedia.

Allí está lo que queda de aquel Don Pedro I de Portugal, un loco con intervalos lúcidos de justicia y economía, como de él dijo Herculano; aquel hombre, para quien fue una manía apasionada la justicia, y que hacía de verdugo por su mano. Él, el adúltero, odiaba con odio singular a los adúlteros. ¿Sería el remordimiento? Allí descansa de sus justicias, de sus nemródicas cacerías; allí descansa, sobre todo, de sus amores. Allí descansa el tirano plebeyo, a quien adoró su pueblo.

Cuando volvía en barcos de Almada a Lisboa, la plebe lisbonense salía a recibirle con danzas y trebejos. Desembarcaba e iba al frente de la turba, danzando al son de trompetas, como un rey David. Tales locuras apasionábanle tanto como su cargo de juez. Ciertas noches, en el palacio, perseguíale el insomnio; levantábase, llamaba a los trompeteros, mandaba encender antorchas, y helo por las calles, danzando y atronando todo con los berridos de las trompetas. Las gentes, que dormían, salían con espanto a las ventanas a ver lo que era. Era el rey. ¡Muy bien, muy bien! ¡Qué placer verle tan alegre!

Oliveira Martins. História de Portugal. libro II, capítulo III.


¿No recordáis la historia trágica de sus amores con Inés, que Camões, más que otro poeta, ha eternizado? Allá hacia 1340 fue la linda Inés de Castro, la gallega, a Portugal como dama de la infanta Constanza, la mujer de Pedro, el hijo de Alfonso VI. Y fue la «mujer fatal», que diría Camilo. El hado trágico les hizo enamorarse; aquel amorch’a null amato amar perdona, como dijo el poeta de La Divina Comedia. Tuvieron frutos de los trágicos amores; intrigas de Corte y de plebe hicieron que el rey Alfonso mandara matar a su nuera, pues viudo de Constanza, Pedro casó luego en secreto con Inés, que fue apuñalada en Coimbra.

As filhas do Mondego a morte escura

longo tempo chorando memoraram,

e, por memória eterna, em fonte pura

as lágrimas choradas transformaram,

o nome lhe puseram, que inda dura

dos amores de Inês, que ali passaram.

Vede que fresca fonte rega as flores,

que lágrimas são a água e o nome Amores.

Os Lusíadas, canto III, 135


Y cuando luego fue rey Pedro, cuenta la leyenda que mandó desenterrar a Inés y coronarla reina, y habiéndose apoderado de sus matadores, los torturó bárbaramente, viendo desde su palacio, mientras comía, en Santarém, cómo los quemaban. Y esto podéis leerlo en el viejo y encantador cronista Fernán Lopes, que nos lo cuenta todo homéricamente, con una tan animada sencillez, que es un encanto.

Nos lo cuenta todo menos lo de la exhumación y coronamiento, que parece ser leyenda tardía, pero muy bella. Y en el fondo, de una altísima verdad trascendente.

Esa pobre Inés, que reinó después de morir… Y ¡de morir por haber amado con amor de fruto, con amor de vida! ¡Qué reino y qué reina!... Reina, sí, reina en el mundo de las trágicas leyendas, consuelo de la tragedia de la vida; reina con Iseo, la de Tristán; reina con Francesca, la de Paolo; reina con Isabel, la de Diego.

Miguel de Unamuno. Por tierras de Portugal y de España.

Según la narración,

el visitante llega al lugar descrito por acaso.

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1810Q1020142 | Espanhol, Interpretação de Texto Comprensión de Lectura, Espanhol e Francês, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE

Texto associado.

Texto I

Alcobaça

Llegué desde Lisboa a la estación de Valado, ya de noche, y de Valado a Alcobaça me llevó un desvencijado cochecillo. Distraje el frío y la soledad imaginándome lo que sería aquel camino envuelto entonces en tinieblas: ¿por dónde vamos?

Y fue en un hermoso amanecer de fines de noviembre, en verdadero veranillo de San Martín, cuando salí a ver el histórico monasterio de Alcobaça, cenobio de bernardos en un tiempo.

Doraba el arrebol del alba las colinas, yendo yo derecho al monasterio, la fachada de cuya iglesia atraía mi anhelo. Esta fachada, severa, pero poco significativa, se abre a una gran plaza tendida a toda luz y todo aire. Al entrar en el templo, me envolvió una impresión de solemne soledad y desnudez. La nave, muy noble, flanqueada por sus dos filas de columnas desnudas y blancas; todo ello algo escueto y algo robusto. Allá, en el fondo, un retablo deplorable, con una gran bola azul estrellada y de la que irradian rayos dorados. Las naves laterales semejan desfiladeros. Y me encontraba solo, y rodeado de majestad, como bajo el manto de la Historia.

Vagando fui a dar a la sala de los Reyes. Los de Portugal figuran en estatuas, a lo largo de sus paredes. En el centro, un papa y un obispo coronan a Alfonso Henriques, el fundador de la Monarquía, arrodillado entre ellos. Hay en la sala un gran calderón, que el inevitable guardián-cicerone, que acudió al oír resonar en la soledad pasos, me dijo haber sido tomado a los castellanos en Aljubarrota. Me asomé a su brocal; estaba vacío.

De esta sala pasé al claustro de Don Dionís, hoy en restauración. Hermoso recinto, nobilísimo y melancólico. El agua de la fuente canta la soledad de la Historia entre las piedras mudas de recuerdos, y un pájaro cruza el pedazo de cielo limpio, de caída de otoño, cantando ¿quién sabe a qué? Las piedras se miran en la triste verdura del recinto.

Y luego pasé a ver el otro claustro, más vivido, más casero, el llamado del Cardenal, donde hoy hay un cuartel de artillería. Todo el antiguo convento de monjes bernardos me lo enseñó un sencillo campesino con uniforme de soldado de artillería. El pobre mozo sólo veía allí el cuartel, sin saber nada de monjes. «Aquí hacemos el ejercicio, aquí es el picadero, aquí…», etc. En la puerta de lo que fue antaño biblioteca, decía aquello de los proverbios:viam sapientiae mostrabo, «te enseñaré el camino de la sabiduría». Y me la enseñó un recluta portugués, pero estaba vacía, y no era camino, sino sala. Quería luego enseñarme, ¡claro es!, las piezas, los cañones.

Me volví a la iglesia, ahora con el guardián. Mostrome el altar en que se representa la muerte de San Bernardo, escena algo teatral, que parece de un gran nacimiento de cartón, de esos de Navidad, pero no sin su efecto. Un fraile pétreo llora eternamente, llevándose el blanco manto a los ojos, no sé si la muerte de su santo padre San Bernardo o la trágica historia de Inés de Castro. Porque enfrente de este altar cierra una pobrísima verja de madera la capilla en que descansan por fin los restos de la infortunada amante de Don Pedro I.

Me llevó el guardián ante los túmulos de Don Pedro, de Inés y de sus hijos, y le pedí que se fuera dejándome solo. En mi vida olvidaré esta visita. En aquella severísima sala, entre la grave nobleza de la blanca piedra desnuda, a la luz apagada y difusa de una mañana de otoño, las brumas de la leyenda embozáronme el corazón. Una paz henchida de soledades parece acostarse en aquel eterno descansadero. Allí reposan para siempre los dos amantes, juguetes que fueron del hado trágico. Como aves agoreras veníanme a la memoria los alados versos de Camões al contemplar el túmulo de la

mísera e mesquinha

que depois de ser morta foi rainha.

Porque el puro Amor

que os corações humanos tanto abriga.

Os Lusíadas, canto III, 118-119.


quiere, áspero y tirano, bañar sus aras en sangre humana.

Descansan en dos pétreos túmulos Pedro el duro, el cruel, el justiciero, el loco tal vez, y la linda Inés, y descansan de tal modo que si se incorporaran daríanse las caras y podrían otra vez más beberse uno al otro el amor en los ojos.

Seis alados angelillos guardan y sostienen la yacente estatua de Inés, y otros seis, la de Don Pedro; a los pies de ella duerme uno de los tres perrillos que hubo allí en otro tiempo, y a los pies de él, un gran lebrel, símbolo de la fidelidad. La tumba de él sostiénenla leones; la de ella, leones también, pero con cabezas de monjes. En las tablas del sepulcro de Inés, la pasionaria, esclava del amor, escenas de la Pasión de Cristo, del que perdonaba a la que mucho pecó por haber amado mucho; en la tabla cabecera, la Crucifixión, y en la de los pies el Juicio Final, en cuyo cielo hay una mujer. Las tablas del sepulcro de Don Pedro nos enseñan el martirio de San Bartolomé. Él, Don Pedro, con cara plácida con cabello y barbas a la asiria, sostiene su dura espada sobre su pecho.

Y pesa allí el aire de tragedia.

Allí está lo que queda de aquel Don Pedro I de Portugal, un loco con intervalos lúcidos de justicia y economía, como de él dijo Herculano; aquel hombre, para quien fue una manía apasionada la justicia, y que hacía de verdugo por su mano. Él, el adúltero, odiaba con odio singular a los adúlteros. ¿Sería el remordimiento? Allí descansa de sus justicias, de sus nemródicas cacerías; allí descansa, sobre todo, de sus amores. Allí descansa el tirano plebeyo, a quien adoró su pueblo.

Cuando volvía en barcos de Almada a Lisboa, la plebe lisbonense salía a recibirle con danzas y trebejos. Desembarcaba e iba al frente de la turba, danzando al son de trompetas, como un rey David. Tales locuras apasionábanle tanto como su cargo de juez. Ciertas noches, en el palacio, perseguíale el insomnio; levantábase, llamaba a los trompeteros, mandaba encender antorchas, y helo por las calles, danzando y atronando todo con los berridos de las trompetas. Las gentes, que dormían, salían con espanto a las ventanas a ver lo que era. Era el rey. ¡Muy bien, muy bien! ¡Qué placer verle tan alegre!

Oliveira Martins. História de Portugal. libro II, capítulo III.


¿No recordáis la historia trágica de sus amores con Inés, que Camões, más que otro poeta, ha eternizado? Allá hacia 1340 fue la linda Inés de Castro, la gallega, a Portugal como dama de la infanta Constanza, la mujer de Pedro, el hijo de Alfonso VI. Y fue la «mujer fatal», que diría Camilo. El hado trágico les hizo enamorarse; aquel amorch’a null amato amar perdona, como dijo el poeta de La Divina Comedia. Tuvieron frutos de los trágicos amores; intrigas de Corte y de plebe hicieron que el rey Alfonso mandara matar a su nuera, pues viudo de Constanza, Pedro casó luego en secreto con Inés, que fue apuñalada en Coimbra.

As filhas do Mondego a morte escura

longo tempo chorando memoraram,

e, por memória eterna, em fonte pura

as lágrimas choradas transformaram,

o nome lhe puseram, que inda dura

dos amores de Inês, que ali passaram.

Vede que fresca fonte rega as flores,

que lágrimas são a água e o nome Amores.

Os Lusíadas, canto III, 135


Y cuando luego fue rey Pedro, cuenta la leyenda que mandó desenterrar a Inés y coronarla reina, y habiéndose apoderado de sus matadores, los torturó bárbaramente, viendo desde su palacio, mientras comía, en Santarém, cómo los quemaban. Y esto podéis leerlo en el viejo y encantador cronista Fernán Lopes, que nos lo cuenta todo homéricamente, con una tan animada sencillez, que es un encanto.

Nos lo cuenta todo menos lo de la exhumación y coronamiento, que parece ser leyenda tardía, pero muy bella. Y en el fondo, de una altísima verdad trascendente.

Esa pobre Inés, que reinó después de morir… Y ¡de morir por haber amado con amor de fruto, con amor de vida! ¡Qué reino y qué reina!... Reina, sí, reina en el mundo de las trágicas leyendas, consuelo de la tragedia de la vida; reina con Iseo, la de Tristán; reina con Francesca, la de Paolo; reina con Isabel, la de Diego.

Miguel de Unamuno. Por tierras de Portugal y de España.

Según la narración,

al acercarse al monasterio en la aurora se puede percibir una blanca fachada.

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1811Q1011190 | Economia, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

A respeito da crítica da CEPAL e das ideias de Raúl Prebisch, julgue o item que se segue.

A teoria da deterioração dos termos de troca tem como um de seus pressupostos o fato de países dependentes ou periféricos serem pequenos no contexto do comércio internacional, ou seja, serem tomadores de preços.

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1812Q1022033 | Inglês, Interpretação de Texto Reading Comprehension, tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2024

Texto associado.
Text III


Aside from the difficulties of operating a decidedly multinational staff organization, once it is formed, the problem of reconciling the principle of equitable geographical distribution of recruits with that of “securing the highest standards of efficiency, competence, and integrity” is a formidable one. This delicate task was politically imposed upon the League of Nations secretary-general, and is constitutionally required of his counterpart in the United Nations.

For better or for worse, recruitment policy cannot be based exclusively upon the criterion of the individual’s personal qualifications; in the field of international employment, the relevant irrelevancy is not “whom do you know” but “where are you from?” From a strictly administrative point of view, there is some positive value in securing broad nationality distribution, even at the expense of sheer quality; for some purposes, a slightly incompetent man’s nationality may make him more useful than a more expert civil servant of inappropriate nationality.

For the most part, however, the Charter principle of geographical distribution is a concession to political necessity. It licenses a kind of international spoils system in which states seek to nourish their national self-esteem by securing an adequate quota of international jobs for their citizens. Ironically, perhaps, because it is politically necessary it is also politically and administratively desirable; what shall it profit an international organization to maintain its administrative purity and lose its own members or their political support?


Inis L. and Claude Jr. Swords into Plowshares: The Problems and Progress of International Organization. 4th ed. New York: McGraw-Hill, 1984, pp. 196-197 (adapted).

Regarding text III, judge whether the following statements are right (C) or wrong (E).

According to the text, reconciling the principle of equitable geographical distribution of recruits with that of securing the highest standards of efficiency, competence, and integrity was a legal obligation incumbent both on the Secretary-General of the League of Nations and the Secretary-General of the United Nations.

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1813Q1024085 | Inglês, Interpretação de Texto Reading Comprehension, tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2024

Texto associado.
Text I


Despite the tricky and life-threatening relationship between Paleolithic humans and the megafauna that comprised so much of their environment, twentieth-century scholars tended to claim cave art as evidence of an unalloyed triumph for our species. It was a “great spiritual symbol,” of a time when “man had just emerged from a purely zoological existence, when instead of being dominated by animals, he began to dominate them.” But the child-like and highly stylized stick figures found in caves do not radiate triumph. By the standards of our own time, they are excessively self-effacing and, compared to the animals portrayed around them, pathetically weak.

While twentieth-century archeologists tended to solemnize prehistoric art as “magico-religious” or “shamanic,” today’s more secular viewers sometimes detect a vein of sheer silliness. India’s Mesolithic rock art portrays few human stick figures; those that are portrayed have been described by modern viewers as “comical,” “animalized” and “grotesque.” As Judith Thurman wrote about the artists, “despite their penchant for naturalism, rarely did they choose to depict human beings, and then did so with a crudeness that smacks of mockery.”

But who are they mocking, other than themselves and, by extension, their distant descendants, ourselves? Of course, our reactions to Paleolithic art may bear no connection to the intentions or feelings of the artists. Yet there are reasons to believe that Paleolithic people had a sense of humor not all that dissimilar from our own.


Barbara Ehrenreich. The Humanoid Stain. Later on. Internet: (adapted).

Based on text I, judge whether the following statements are right (C) or wrong (E).

The text stresses the difference between the opinions of cave artists and of modern art scholars in terms of the concept of the artistic genius.

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1814Q1024092 | Inglês, Interpretação de Texto Reading Comprehension, tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2024

Texto associado.
Text I


Despite the tricky and life-threatening relationship between Paleolithic humans and the megafauna that comprised so much of their environment, twentieth-century scholars tended to claim cave art as evidence of an unalloyed triumph for our species. It was a “great spiritual symbol,” of a time when “man had just emerged from a purely zoological existence, when instead of being dominated by animals, he began to dominate them.” But the child-like and highly stylized stick figures found in caves do not radiate triumph. By the standards of our own time, they are excessively self-effacing and, compared to the animals portrayed around them, pathetically weak.

While twentieth-century archeologists tended to solemnize prehistoric art as “magico-religious” or “shamanic,” today’s more secular viewers sometimes detect a vein of sheer silliness. India’s Mesolithic rock art portrays few human stick figures; those that are portrayed have been described by modern viewers as “comical,” “animalized” and “grotesque.” As Judith Thurman wrote about the artists, “despite their penchant for naturalism, rarely did they choose to depict human beings, and then did so with a crudeness that smacks of mockery.”

But who are they mocking, other than themselves and, by extension, their distant descendants, ourselves? Of course, our reactions to Paleolithic art may bear no connection to the intentions or feelings of the artists. Yet there are reasons to believe that Paleolithic people had a sense of humor not all that dissimilar from our own.


Barbara Ehrenreich. The Humanoid Stain. Later on. Internet: (adapted).

Judge whether the following items about text I are right (C) or wrong (E).

By stating that the human figures in cave art are “self-effacing” (last sentence of the first paragraph), the author means that humans were virtually absent characters in cave paintings.

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1815Q1011055 | História, Brasil Monárquico Segundo Reinado 1831 1889, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Texto associado.
Estruturas sociais e políticas criadas no período colonial e mantidas em grande parte pelo regime monárquico não foram combatidas pela elite oligárquica republicana que ajudou a derrubar a Monarquia, pois, em grande parte, ela mesma se beneficiava dessas estruturas arcaicas.

Marcos Napolitano. História do Brasil República: da queda da Monarquia
ao fim do Estado Novo. São Paulo: Contexto, 2017, p.8 (com adaptações).

Tendo o fragmento de texto acima como referência inicial, julgue o item subsequente, acerca do processo histórico brasileiro relativo à colonização, ao Império e à República.

O último expressivo acontecimento do Império foi a abolição da escravidão, em 1888, decisão que não rompia com as estruturas coloniais de exploração do trabalho e de discriminação, uma vez que não foi acompanhada de medidas que efetivamente propiciassem a incorporação dos antigos escravos à cidadania, o que explica, em larga medida, a manutenção do quadro de exclusão e desigualdade que se arrastou no período republicano.

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1816Q1011060 | História, República Oligárquica, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Texto associado.
A década de 1920 foi palco, no Brasil, da séria crise socioeconômica e política cuja solução somente se daria, de fato, com a instalação do Estado Novo, em 1937. Do ponto de vista político, tratou-se de uma crise de hegemonia que pode ser desdobrada em dois momentos, o primeiro dos quais abarcou os anos 20, que teve como sentido último a contestação à preponderância da burguesia cafeeira, que culminou com a conhecida revolução de 30.

Sônia Regina de Miranda. Estado e sociedade: a consolidação da república oligárquica.
In: Maria Yedda Linhares (Org.). História geral do Brasil. Rio de Janeiro:
Campus, 1996, p. 256 (com adaptações).

Tendo o fragmento de texto precedente como referência inicial, julgue o item seguinte, relativo à Primeira República, também denominada República Velha.

Entre os fatos significativos que marcaram o ano de 1922, merecem destaque as celebrações do Centenário da Independência, a emergência do tenentismo, a fundação do Partido Comunista e, no campo da cultura, a Semana de Arte Moderna, que propunha uma inovadora leitura artística e literária do país.

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1817Q1011088 | Geografia, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

No que se refere aos movimentos migratórios nacionais e internacionais e à formação e à estrutura dos blocos econômicos internacionais, julgue item subsequente.

A União Europeia, afetada pela guerra na Ucrânia e pelas pressões energéticas e migratórias, tem vivenciado o enfraquecimento de sua coesão política e econômica, inclusive com discussões internas sobre a fragmentação do bloco.

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1818Q1011101 | Geografia, Urbanização brasileira, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Julgue o item subsequente, acerca das dinâmicas intraurbanas das metrópoles brasileiras.

As áreas centrais das metrópoles brasileiras, espaços de concentração de serviços e de funções urbanas, têm sofrido processos de reconfiguração e refuncionalização em razão da constituição de novas centralidades e dinâmicas no processo de desenvolvimento típico metropolitano.

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1819Q1012406 | História, Período EntreGuerras Totalitarismos, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

No tocante a regimes fascistas e processos de independência no continente americano, julgue o item que se segue.

Uma das características do regime nazista foi a estetização da política, cuja matriz já se desenhara no romantismo alemão com o culto do nacional pela arte e com a visão da cultura teuta como superior à realidade política convencional do Ocidente.

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1820Q1011155 | Relações Internacionais, Manhã e Tarde, Instituto Rio Branco, CESPE CEBRASPE, 2025

Tendo em vista a grande relevância econômica e política do MERCOSUL para o Brasil, julgue o seguinte item.

Apesar de ter sido assinado um Acordo-Quadro sobre o Meio Ambiente em 2001, o MERCOSUL não possui legislação ou políticas comuns que promovam efetivamente o desenvolvimento sustentável, o que pode ser agravado pelas posturas recentes do governo argentino.

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