El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se
levantó a las 5:30 de la manana para esperar el buque
en que llegaba el obispo. Había sonado que atravesaba
un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna,
y por un instante fue feliz en el sueno, pero al despertar
se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
“Siempre sonaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su
madre, evocando 27 anos después los pormenores de
aquel lunes ingrato. “La semana anterior había sonado
que iba solo en un avión de papel de estano que volaba
sin tropezar por entre los almendros”, me dijo. Tenía una
reputación muy bien ganada de intérprete certera de los
suenos ajenos, siempre que se los contaran en ayunas,
pero no había advertido ningún augurio aciago en esos
dos suenos de su hijo, ni en los otros suenos con árboles
que él le había contado en las mananas que precedieron
a su muerte.
Na introdução do romance, o narrador resgata lembranças
de Plácida Linero relacionadas a seu filho Santiago Nasar.
Nessa introdução, o uso da expressão augurio aciago
remete ao(à)
a) relação mística que se estabelece entre Plácida e seu
filho Santiago.
b) destino trágico de Santiago, que Plácida foi incapaz
de prever nos sonhos.
c) descompasso entre a felicidade de Santiago nos
sonhos e seu azar na realidade.
d) crença de Plácida na importância da interpretação
dos sonhos para mudar o futuro.
e) presença recorrente de elementos sombrios que se
revelam nos sonhos de Santiago.