El trabajo con actividades orales, aunque presentado como una posibilidad por los PCN-EF (1998) y
recomendado por las OCEM (2006), suele no estar presente en las salas de clase de la educación básica.
Con el objetivo de que se incluyan dichas actividades en la escuela, Bruno (2010) propone que se establezca
una relación entre lo oral y lo escrito y que se reflexione sobre la importancia del ejercicio didácticamente
elaborado para la construcción de esa relación para el desarrollo de las habilidades lingüísticas. Así, la autora
propone que se realice un trabajo a partir de la noción de géneros discursivos, que se manifiestan en
diferentes formas de texto, entendiéndose género como toda y cualquier manifestación concreta de discurso
que el individuo produce en determinada situación comunicativa.
Sobre esas propuestas de Bruno, es INCORRECTO afirmar que
✂️ a) ese trabajo exige que se tengan en cuenta las tres dimensiones constitutivas del género, que son la
temática (el contenido del texto), la textual (la composición de lo dicho) y la lingüística (el estilo que
se emplea). ✂️ b) los tipos de texto (narración, descripción, explicación, argumentación, etc.) deben relacionarse a
diferentes géneros (cuento, noticia, seminario, etc.), una vez que aquellos no son exclusivos de
géneros específicos. ✂️ c) ese trabajo tiene en cuenta los géneros primarios y los secundarios. Los primarios son más
espontáneos y los alumnos, en lengua materna (LM), ya saben producirlos cuando llegan a la escuela;
ya los secundarios, más complejos, exigen intervención educativa aun en LM. En lengua extranjera,
hay que trabajar los dos niveles. ✂️ d) ese trabajo exige atención específica para cada género discursivo tratado, es decir, hay que
trabajar individualmente todo y cualquier género: caracterizarlo, analizar sus finalidades sociales
y estudiar sus elementos lingüísticos propios, entre otros aspectos. En síntesis, hay que trabajar
cada género de manera individualizada.